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De pesca en Lago Riñihue

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Rodrigo Correa |

En el Lago Riñihue, cada jornada de pesca es única. Desde la técnica precisa del spinning en bote hasta la tranquilidad de las playas aisladas, este destino te invita a conectar con el entorno y disfrutar de la pesca en su forma más pura. Este rincón del sur de Chile es ideal para aquellos que buscan algo más que una captura: un espacio donde la naturaleza y el pescador se encuentran en perfecta armonía.

Lago Riñihue, en el corazón del sur de Chile, ofrece una experiencia de pesca que es más que simplemente lanzar una línea al agua. Aquí, cada rincón tiene su propio secreto, y cada técnica se adapta al paisaje que te rodea. No es un lugar cualquiera: es un espacio donde la naturaleza y el silencio te envuelven, donde las aguas profundas esconden historias que solo unos pocos logran descubrir.

La pesca aquí se despliega de muchas formas. Desde la orilla, los jigs y los señuelos pequeños, como el Rapala Countdown Elite, el DUO Tetraworks Toto o el Salmo Minnow, se convierten en los compañeros de batalla perfectos. Se lanzan con precisión, buscando el pez que se esconde entre las sombras de las rocas o entre los juncos que bordean la costa. Es un juego de paciencia y estrategia, donde cada lanzamiento cuenta.

Pero no se trata solo de la pesca desde la orilla. Para los más aventureros, el trolling en bote es la opción. Con señuelos de babero grande, como el Salmo Rattling Hornet, o alguna Pocha pequeña, que se hunden hasta los 3 o 4 metros, se desafían las profundidades del lago, donde las truchas parecen danzar al ritmo del agua. Es una experiencia casi meditativa: el bote deslizándose por la superficie, el sonido del motor, y solo tú, el señuelo y el lago, en un diálogo silencioso.

El verdadero tesoro del Riñihue, sin embargo, se encuentra en esas playas a las que solo se puede acceder por agua. Playas aisladas, escondidas, donde el tiempo parece detenerse. Aquí, el ruido del mundo desaparece, y lo único que queda es la naturaleza en su estado más puro. No hay gente, no hay interferencias, solo tú y el lago. Se puede hacer una fogata tranquila, armar un refugio y pasar la noche bajo un cielo estrellado, sin otra compañía que el susurro del viento y el chapoteo del agua en la orilla.

El lago ha sido testigo de incontables jornadas de pesca, desde la desembocadura del río Enco hasta las aguas del río San Pedro. Aunque este último ha perdido parte de su encanto debido a la creciente urbanización y el tráfico de lanchas, sigue siendo un lugar donde, con paciencia y un poco de suerte, se puede encontrar esa trucha perfecta. Especialmente en los meses de octubre y noviembre, cuando la temporada turística aún no ha comenzado y el río conserva su magia intacta.

En el Riñihue, la pesca se convierte en un arte, una forma de conectarse con el entorno y consigo mismo. Las jornadas son largas, pero nunca aburridas. Y al final del día, cuando la caña descansa y el fuego crepita en la playa, uno entiende que lo que se llevó del lago no es solo pescado, sino algo más profundo: una paz que solo esos lugares alejados, intactos, pueden ofrecer.